...y como siempre que llego a un sitio nuevo, me doy a las catástrofes que atesoro y me pregunto cuánto me queda para irme en lugar de repantingarme, poner los pies con calcetines de dedos encima de la mesa, sacar barriga.
Pero me conozco y estoy acostumbrada a mi inconstancia.
Hoy es un día que parece de los febreros más feos de todos y me quiero creer que aún no me he levantado del sofá de ayer.
Otros días soy esa de la que llegas hablando a casa "He visto a una en el metro que iba sonriendo!!" como el papá de Mafalda, masoquista en transporte público.
No es fácil. Aquí mi microrrelato de hace unos días:
"Me desperté y supe de inmediato que esta vez Luis se había enamorado de otra.
Cambié de postura, antes diagonal y ahora burruño, sobre el calor que había dejado puesto antes de irse.
La foto seguía ahí y no pude evitar estirar la mano sacándola de debajo del edredón y darle la vuelta para leer: "París, 1999".
Se me cayeron encima de golpe todos los olores de aquel otoño en el que hacía un frío inusual y paseábamos, yo agarrada a su índice, él a su constante entusiasmo.
Y la respiración con vaho de las escaleras del Sacre Coeur, y las carreras para cruzar las avenidas y mi sombrero granate abandonado en un banco.
Luis no iba a volver. Ni a París, ni conmigo."
Os agradezco este hueco de ceros y unos, sé que no explico nada, pero es porque no hay nada que explicar.
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1 comentario:
Bienvenidos tus ceros y unos
en zapatillas de oso con la suela comida,
bienvenido tu abrigo que no gracias si yo pasaba por aquí,
bienvenidos tus ceros frusleros y tus unos echando el humo en la cara con los pies encima de la mesa cambiando el canal de la tele.
Es un placer leerte sonreir, aunque sea muy muy bajito...
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