Me tropiezo de vez en cuando con gente molesta.
No pretenden serlo, pero lo son hasta extremos que me hacen contemplar la posibilidad de abandonar mi eterna sonrisa de postal y mandarles a la mierda. Sin embargo mi vergüenza me lo impide todas las veces.
El último caso es mi portero, uno de los cuatro que tengo en turnos de seis horas.
Todo empezó cuando me sonreía más de lo que suele ser usual en mis otros tres porteros, esto es: nada.
Un día se arrancó aprovechando que había unos cuantos vecinos presentes en el portal y me dijo "Adios guapísima".
Yo me quedé lo suficiéntemente incómoda, pero nada que me hiciese poner de un rojo bermellón como suelo.
Al día siguiente le vi amagos de lanzarse por encima del mostrador de portero que le separa de mí mientras gruñía otra de esas frases gloriosas "Moteraaaaaaaa!!!".
Por la tarde volvía yo de la compra y me interceptó: "Contigo quería yo hablar" y yo "glup" y las bolsas colgando de los deditos blancos por culpa de los briks de leche y las naranjas.
Mi "glup" se debe a que ya me conozco y en estas situaciones, educada por una madre encantadora, no puedo dejar de ser encantadora. Gracias mamá.
"Queee...me gustan a mí las motos"
Y yo "Pues qué bien" con mi sonrisa.
"Pues yo igual me compro una moto, podemos ir por ahí de ruta y eso".
Yo: "Ahá".
Al cabo de un rato -él seguía fantaseando y contándome cosas de sus primos, de sus veranos, del pueblo, de gente rara- tuve que interrumpir su perorata armada de valor, porque yo soy muy tímida y estas cosas me violentan mucho.
"Se me descongelan los congelados, perdona, otro día seguimos hablando".
Dos días después empezaba el puente de Mayo. Me volvió a interceptar y me dijo en plan exigente que a ver cuándo quedábamos. Le dije que me era imposible en todo el fin de semana, que estaba ocupadísima. Se me puso con ese tonillo "Pero a ver, para un fin de semana que libro..."
Me disculpé horrores porque no sé disculparme sin sentirme muy culpable.
Lo peor no es sólo que le vaya a seguir viendo casi cada día, lo peor es que esta gente molesta que te avasalla en tu rutina hogareña, de compra, de deditos blancos, te violenta cuando deberían ser ellos los que se sintiesen incómodos robando el tiempo de una inocente y aprovechando sus debilidades para conseguir lo que quieren.
Tengo que empezar a tener más caracter.
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3 comentarios:
Resígnese señora Fruslerías, se acabará llevando mal con el señor portero.
¿Por qué prorrogar la agonía si el resultado final es más que evidente?
¿Si algún día se encuentra su puerta bloqueada por 5 toneladas de basura? No pasa nada. Es un mal menor. Tenía que suceder.
Así funciona la convivencia con personas como su servil portero.
¿Como es eso de vale mas una vez roja que veinte amarilla? (o algo así).
Podrias decirle simplemente "va a ser que no , mi novia es celosisima..o los findes tengo que pasarlos en el psiquiatrico...
Vaya marrón .
Un abrazo
Me suena de algo... Eso es dar la uña y que te cojan el brazo. Hay gente que piensa que, al sonreirles, les estás abriendo la puerta de tu casa... o de tu cama... Hay mucho confianzudo suelto...asi que, como dijo alguien por ahí arriba, más vale una colorá que cien amarillas...
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