martes, 27 de mayo de 2008

Contigo



Desnúdate del mundo y ponte las alas de no llegar tarde.
Disfrázate de quererme.
Sal a la calle con aroma a campo recién llovido.
Cultiva entre tus muslos la vertiente de la madera.
Hazme el habitante de tu regazo.

Entra, a que te esconda tras las cortinas.
Concédeme la estancia infinita de tu espalda.
Acércate a que te bese con versos de garabato,
a tirar el marca páginas del libro de la melancolía.

Vente de la mano a poblar de corales el envés de la miseria.
Sube contenta a mi barquito de papel que no se hunde.
Dibuja la silueta de mi mano.
Bautízame tu Pájaro del delirio.

Deja los juguetes por el suelo
y huye conmigo toda manchada de ruina.
Escápate de tí, conmigo.

Escápate.

Pero conmigo.

domingo, 25 de mayo de 2008

Shojinka, soifuku y lo relativo al jidoka...


En estos días toca reunión de la cúpula de esta santa empresa, Team Buildings y Análisis de Desempeños varios. Vamos, el momento de las subidas de sueldo. Lo promueve el director de todo esto, el Gran Jefe, cuyo título en la empresa ocupa dos líneas y que, para ocupar ese puesto, ha de cumplir con ciertos requisitos. A saber:

- Estar un poco calvo.
- Ser un charlas.
- Fingirse comprensivo cuando no... ("La puerta de mi despacho siempre estará abierta para el que quiera hablar conmigo". No tenemos noticia de que ninguno de los que haya ido haya regresado).
- Tener un cochazo en el apracamiento y decir "Tengo que venir en esta tartana de mi mujer, porque el mío está en el Servicio Oficial de la Porshhhhhch".
- Tener barriga (el primer jefe que tuvimos era tan barrigón que le llamaban "El hombre que se comió un asiento". Parece que RRHH, intentando ahorrarnos la contrariedad de cambiar tan aceptado mote, decidió mantener el molde con una exactitud sospechosa}
- Babear con Laura, la secretaria.
- Gastar unas gafas más pequeñas que los ojos.
- Utillizar zapatos de doble ruido de tacón... así, al andar por las oficinas, se genera un ruido continuo ca tlá ca ttlá ca tlá ca ttlá ca tlá ca ttlá ca tlá ca ttlá que acojona bastante.
- Formular los reproches de manera interrogativa (¿mascas chicle? ¿te quedaste sin maquinillas de afeitar?)
- Utilizar panalones de talle sobaco.
- Procurar despistarte con terminología caótica y japonesa por eso de la espiritualidad pero que ocultan el puteo de toda la vida. Ejemplos (juro que reales):

"Has de ser más shojinka(1), incidir en el soifuku(2) y primar todo lo relativo al jidoka(3)"

(1)Shojinka = Flexibilidad en el trabajo = Echar horas extras por la cara
(2)Soifuku = Fomento de ideas innovadoras = Piensa tú cómo solucionarme mi trabajo
(3)Jidokha = Autocontrol de los defectos = Nomejodas y soluciónate tú solito los marrones


- Renombrar lo obvio para que sea rimbombante e irreconocible. No tenemos carretilleros en las instalaciones sino Técnicos en Movimiento Industrial. No hay basurero sino Distriuidor de Material Obsoleto en Superficie. No hay Conserje, sino Responsable del Flujo Entrada / Salida en Instalaciones Productivas. Y los informáticos son Information Thecnologies Technicians & JIT Proyect Developing Champions.
- Dar ejemplos que, más que dignificar los trabajos difíciles, los dejan en evidencia. ("Hay que respetar al Servico de Limpieza. Yo también empecé por la escala laboral más baja").

Y, principalmente:

- Ser miembro y activista del Opus Dei. Hasta tal punto que la mitad de la cúpula directiva de esta santa empresa ha creado el Día del Orgullo Dei, que celebran con sus esposas en un fin de semana de convivencia una vez al año.

Por motivos que aun no logro explicarme, jamás he sido invitado a tan magno acontecimiento. Pero bueno, no me ofendo, de esa manera consigo mantener mi nivel de motivación empresarial y no cejar en mis aspiraciones como persona...

sábado, 24 de mayo de 2008

Se busca comentarista de lujo (asiático)

Se busca comentarista de lujo (asiático) y demás atavismos. Verbo afilado de puntilla roma. Desconcierto enfundado. La palabra de gala. Comentar es el arte de entender.

¿Capitán, dónde está?

miércoles, 21 de mayo de 2008

Bichito:



Te pido disculpas por el retraso en la correspondencia. Hemos tenido algún contratiempo con nuestro escriba habitual, Adolfo (el ciempiés más Golfo). Sí, sí, has oído bien. Ciempiés. Ya sé, no hace falta que me recuerdes, que a Adolfo le pone particularmente nervioso que le llamen ciempiés. Tiene 65 pares (130 pies). Todos calzan un 12 menos el segundo empezando por el lado izquierdo, tercer segmento. Ese pie calza un 14. Por los callos, dice él.

Bueno, el caso es que creo que no le importará mucho. Parece que ha pasado a otro plano. Je, eso tiene gracia. Ahora lo verás. Te cuento. Por lo visto ayer en la madrugada, Adolfo cruzó tarde la pradera, ya que había pasado la noche con, dos punto:
- Astolfa, la mariquita más Gol…osa (el tercio delantero, pies del 1 al 46), con
- Miluca, la oruga más Bruta (tercio central, pies de 47 al 98), y con
- Francisco, el escarabajo Arisco (tercio trasero, resto de pies), a quien había invitado a un néctar bien fresquito en el único hormiguero abierto que quedaba a esas horas, el Bicho Raro.

Pues volvía Golfo Adolfo de su ajetreada cita cuando se encontró con el pulgón Rigoberto, el Dueño del Huerto. Ya sabes que desde siempre se han llevado mal. Adolfo le llama “Chof” en atención al ruido que hacen cuando les pisan los gigantes-con-pies-tan-grandes-para-qué. Rigoberto no estaba para bromas hoy. Han fumigado a su Aurelia y dice que no hay quien coma con esa peste. Así que, en ayunas y aludido por el chof, soltó un par de exabruptos de los que dice estar profundamente arrepentido, que no corresponden a un pulgón de su renombre y apetito.

Adolfo se quitó setenta zapatos que tiró a Rigoberto, pero claro, estos rebotaron, cayendo en la madriguera de la araña Gunila, la que más moscas apila. Para empeorar las cosas resulta que Gunila calza un 22, cosa que la hace sentir tremendamente avergonzada y acomplejada desde pequeñita, y cuando le empezaron a llover zapatillas del 12, se echó a llorar con sus ocho ojos a la vez (dos de ellos a moco tendido). Esta mañana, más tranquila, nos ha contado que no sólo fue por lo de las zapatillas… para rematarlo, la situación le recordaba a su esposo y gran amor, la libélula (que ejercía de cartero) Ismael , para que vas tú si puede ir él. Ismael le tiraba piedritas a la madriguera para despertar a Gunila en su juventud… hasta que una noche, tras una fuerte discusión (volaron moscas), Ismael fue a ahogar sus penas en el panal de moda, el Rica Miel, y fue seducido por la mantis Arancha (te como y me quedo tan pancha). Gunila no lo volvió a ver, y se la tiene guardada desde entonces.

La araña Gunila (araña viuda desde que perdió a Ismael) lloraba desconsoladamente, increpando a la mantis Arancha, que había venido al escuchar tanto alboroto… porque Adolfo iba todavía por el zapato 45 y el pulgón Rigoberto se escondía tras la tortuga Ginebra (más corre una piedra), que padece de insomnio desde que sabe que es sonámbula y puede acabar boca arriba a poco que sueñe que la hierba acaricia su pequeño caparazón.

Pues si será mala suerte que la tortuga Ginebra esa noche había conciliado el sueño y se puso de un humor de muy señor mío al ser despertada, después de tantas noches en vela. Acto seguido se incorporó a la trifulca Daniel, la cigarra macarra, que estaba hecho un basilisco, ya que durante las pasadas 108 noches había frotado y frotado sus patas para que su rumorcito hiciera dormir a su buena amiga Ginebra y ahora se le había despertado y él con esas agujetas. La cigarra no paraba de decirle a la mantis Arancha “me he quedao con tu cara, listilla”, pero ella parecía estar tan pancha.

Todos estos hechos hicieron mella en nuestro responsable sereno, la luciérnaga Lucho (para las fiestas mola mucho), que viendo que estaban discutiendo a oscuras y que podían hacerse daño, se presentó ipso-facto en el lugar de los hechos para dar algo de luz al asunto.

Eso molestó sobremanera al murciélago Macías (prefiero las noches a los días) que hizo un vuelo rasante como muestra de repulsa ante el dominio de la luz sobre la oscuridad y, aprovechando la ocasión, hizo un buen par de piruetas, ya que ser piloto acrobático de pruebas en turno de noche es algo muy sacrificado

Tamañas hazañas arrancaron los aplausos del perezoso Santiago (como puedo ser tan vago) que por no hacer el esfuerzo de cerrar los ojos, estaba despierto. Bueno, realmente despertó EL aplauso.

Y claro, el ciempiés Adolfo, la mariquita Astolfa, la oruga Miluca, el escarabajo Francisco, el pulgón Rigoberto, la araña Gunila, el espíritu de la Libélula Ismael (Santa Termita lo tenga en su gloria), la mantis Arancha, la tortuga Ginebra, la cigarra Daniel, Lucho la luciérnaga, el murciélago Macías y el perezoso Santiago… despertaron a un gigante-con-pies-tan-grandes-para-qué, que salió a su porche gritando en su idioma incomprensible.

Todos huyeron en estampida exceptuando el Golfo Adolfo, que estaba intentado quitarse la zapatilla del 14 del pie con callos, el segundo empezando por el lado izquierdo, tercer segmento… pero se le había en-callado (je) y distraído como estaba fue aplastado por el pie del gigante, al que desde ese momento llamamos gigante-con-pies-corre-por-dios. Y de ahí eso de que Adolfo ha pasado a otro “plano” total de existencia, o ha pasado a la otra existencia totalmente plano.

Así que tenemos ahora un joven ciempiés en prácticas de escriba, Bernardo, que es tan jovencito que aún no tiene rima, ya se nos ocurrirá algo. El pobre sólo tiene 76 pies (calza un 9) y se las ve en figurillas para escribir cada página que le dicto, y de ahí mi retraso al escribirte.

Explicado esto, sólo decirte que la pradera continúa sin novedad. Esto es un aburrimiento. Aquí nunca pasa nada.

Afectuosos colores.

La mariposa Pilar (acodada en la barra del Bar)

lunes, 19 de mayo de 2008

El instante del hallazgo



Guardo un recuerdo. Asolado.

Juego al escondite con los demás. Somos muchos.
Alguien cuenta fingiendo hacerlo con los ojos cerrados.
El resto corremos, gritamos, reímos, no sé en qué orden.
Nos desparramamos como canicas por los huecos de una calle sin huecos.
Me agacho entre dos coches.
Tengo en los ojos la emoción de quien quiere ser hallado o admirado.
Espero el instante del hallazgo.

Pasa algún tiempo, impreciso.
Alterno el peso de mi cuerpo de un pie a otro, en cuclillas.
Escucho como descubren a otros.
Pero no me encuentran.

Río y me ovillo por dentro de orgullo.

Más tiempo.
Hay ya menos luz.
Poco a poco, dejo de oír ruidos comunes.
Percibo el olor de las primeras cenas descolgándose por las terrazas.
Las farolas comienzan a desmenuzar su mundo cercano.
Las aceras se afilan.

Me atenaza la duda.
Respiro con dureza.
Sé pero no quiero saberlo.
Finalmente, me decido.
Salgo y todos se han ido.
La calle lleva desierta desde siempre.
Vuelan hojas o papeles.
De repente, todo es paisaje del dolor.
El estuario de lo bello que es un niño, se va derrumbando.
Comparto deriva con mi propia ruina.

Miro sin ser ya un crío. Comprendo.

Atardece y dos certezas.

Sé que no me han encontrado.
Sé que no me han buscado.

jueves, 15 de mayo de 2008

Pienso para gansos

Pienso poco y mal pero pienso lo que pienso.

martes, 13 de mayo de 2008

Recoger las cosas que los demás no quieren


Mis padres, como los de todos, procuraron darme una educación exquisita. Fomentaron la lectura casi antes de aprender a hacer la lazada de la zapatilla. Las buenas maneras, el escuchar a la gente, interesándonos por la cultura en general. Supieron comprarnos los cuentos (que luego comics, que luego libros con dibujos, que luego libros) que más nos influyeron. Y todo ello sin hacer de nuestra infancia algo aburrido.
Nuestro ejemplar del Principito.
Las pelotas de todas clases que se pudieron permitir.

Y, principalmente, no decir palabrotas.
Se cuidaban muy mucho de que no dijéramos palabrotas ni de decirlas ellos.
PERO hubo dos excepciones. La primera vez que mi padre dijo "¡Este niño es thónto!" (con hache intercalada de cuando te sale del alma) fue cuando jugaba con un juguete en la mesa encima de un plato de lentejas.

- Nadie, deja eso
- Nadie que al final lo vas a tirar
- ¡NADIE, PARA!
- ¡¡NADIE!!


El juguete cayó en las lentejas, hice un estupendo batido de lentejas con plastiquitos en la ropa de todos los sentados a la mesa, y mi padre soltó un sonoro:

- ¡¡¡ ESTE NIÑO ES THÓN-TO !!!

Bien ganado.

Y, la segunda, vino con la pregunta tan manida de "¿Qué quieres ser de mayor?". Delante de todos los invitados, en esa época en que todos los niños son una monada, y riquísimos, y cualquier cosa que digan hace que los mayores se partan de risa, y que nos miran como si fueran a achucharnos hasta redonderanos las aristas... bueno, pues en ese contexto me preguntó mi papá que qué quería ser de mayor. Y yo, convencidísimo, dije:

- ¡BASURERO!
- ¡¡¡ ESTE NIÑO ES GILIPOLLAS!!!


Inciso. No es que mi padre considere en ningún caso ese trabajo como indigno. Al revés. Hay precedentes familiares.. Simplemente, creo que quería una respuesta con más glamour, tipo futbolista o astronauta.

Pero es que no me entendían.
Yo veía pasar a mi basurero cada noche. Se bajaba del camión, se acercaba a los cubos, los lanzaba calle abajo dirección al camión-máquina-devoradora-de-cosas. Y ese engendro del demonio los levantaba hasta tres metros de altura, los volcaba y los volvía a vaciar en el suelo. Y entonces (y este es el mayor motivo de mi fascinación), el camión arrancaba, el basurero corría tras él y se subía de un salto al pescante exterior, como los de los coches de gangsters de los años 30 en Chicago. Y el basurero cerraba los ojos, con el viento en la cara, y se alejaba hacia la noche difuminado por la luz de las farolas.

Y eso quería ser de mayor.
Pero me quede en Don Nadie.
Cierro los ojos a menudo.
Saco la cabeza por la ventanilla.
Me place el viento en la cara y la luz anaranjada de las farolas.
Pero no sé subirme en marcha a los camiones ni recoger las cosas que los demás no quieren...

domingo, 11 de mayo de 2008

Combatir la soledad de los columpios


Es para combatir la soledad de los columpios por lo que engendran las mujeres.
Por tus manos, hay Rodin.
Para el disfrute del tendedero, se convocaron las tormentas.
El perro tiritaba de frío hasta que se improvisó la fidelidad.
Los lienzos, excusas para saciar la sed de color de las paletas de Chagall.
Para que Paul Newman paseara mujeres, se proyectaron las bicicletas.
La ventana, para albergar un cierto aroma a Audrey.
El castillo de arena pidió playas y agua oleando para erigirse siempre distinto.
El viento es invento del molino de papel.
El pupitre sólo vino a ser tatuado de amores por el chico de la última fila.
Para ahuyentar la melancolía de los violonchelos, asomó la música.
El tiempo existe para entender a Cortázar.
El sauce. El ciprés. Abonados con el invento de la tristeza.
Hubo que retrasar los trenes en las estaciones para que acontecieran los crucigramas.
El frigorífico existió para aprender yo a pronunciar la erre cuando era crío.
Para entender tus hombros, se pensó la belleza.
Y la tabla del ocho para el orgullo de un padre hacia su hijo.
De hermoso que era el término capirote, urgió poner un loco debajo que lo sostuviera.
Para el delirio de los niños, se instituyeron los burros con orejas de pelambre.
Pero los niños son sólo los juguetes de sus peluches.
Con una sola peca se garantizó la concepción de la comisura de los labios y,

en definitiva,

estoy convencido de que es el olor a pan recién hecho de cada mañana el que hace amanecer los días…

viernes, 9 de mayo de 2008

Los habitantes del planeta Oficina


Cuaderno de Bitácora. Fecha Estelar: 620 / 467 / 551 del año del Cerdo.

He vuelto por mis fueros. Como todos los días desde hace ya varios años, he pasado mi tiempo estudiando a los habitantes del planeta "La Oficina", por su interés intrínseco y por lo comunes que son en todo el universo conocido. Llevo ya cuatro años dedicado a los oriundos de esta zona, que resultan ser unos especímenes de una morfología y sintomatología de lo más sospechosa. Un primer esbozo de clasificación sería el siguiente.

Los habitantes de La Oficina, que de aquí en adelante llamaremos "usuarios", se dividen en 5 tipos:

- Los Zotes: El nivel inferior de la evolución. No han visto algo con enchufes hasta hace un par de años. Su DNI está en latín. “Spectrum 48K” es alta tecnología. Caso real: me llama Zote Óscar (al final les tomo cariño y les pongo nombre a los individuos) diciéndome que le da a Siguiente en su pantalla táctil y que no le funciona. ¿Táctil? Pero si no tenemos pantallas táctiles en la oficina… Pues, efectivamente, táctiles no tenemos y desde ayer, planas (TFTs) tampoco. Tanto apretó creyendo que era táctil que ahora se ha roto. Y como es el formador de las nuevas incorporaciones, le ha enseñado a todo el mundo a cargarse más. Una “partida defectuosa”, lo llama él. A ver cómo coño le explico esto a los del Servicio Técnico que nos lleva la garantía…

- Los Enteraíllos: Pertenecen a la misma escala evolutiva que los Zotes, pero debido a una mutación genética, tienen la ceja siempre levantada como Sean Connery. Son agotadores. Has de explicarles todo, no para que lo entiendan sino para que LOS DEMÁS crean que ellos lo entienden. Caso real: le instalo una aplicación nueva a Enteraíllo Javier. Me pregunta que en qué está programado. Le digo que normalmente se programa en Delphi aquí, pero que esto es una excepción y que está hecho en Visual Basic. “¡Anda! Ese me lo se yo 10 LOAD, 20 GO TO RUN” (aclaración: eso es Basic, tan actual como Yaki y Nuca). Me pide que le enseñe el Código Fuente. Se lo enseño. Claro, ni papa. Me mira. Sonríe. Le miro. Sonrío. “Está muy bien”. Me invento un frasoncio sin sentido: “Esta línea no compilada representa la sincronización de las BDCS primarias al correr el debugger de reindexado”. Asiente con la mirada perdida. “Ya lo suponía”. Como decía, son agotadores…

- Los Quejicas: Siguiente paso en la línea evolutiva. Tienen el don de la perseverancia. Es como en los Simpson, ganan por KO técnico. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? NO. ¿Me dejas ir, papá? Vaaaaaaaaale. Pues esto es igual. Caso real: Quejica Paqui, “No me funciona el ratón”. “Vale, ahora voy a echarle un vistazo”. Se queda en la puerta. Continúa en ella. PERSISTE en la puerta. Yo me hago el longui, a ver quién puede más… Siempre ganan ellos… “Paqui, en cuanto pueda voy”. “Vale, vale”. Sonrisa beatífica. Permanece. Ya casi crees que forma parte del mobiliario cuando pierdes los nervios y vas a ver por qué narices no le funciona el ratón.

- Los CCATC (Con Copia A Todo Cristo): Los CCATC han perdido la facultad de hablar. Para equilibrarlo, la naturaleza les ha dotado de una capacidad extraordinaria para rellenar el campo “Con Copia” (CC) de los mails, su único medio de comunicación. En esa copia está tu jefe, el suyo, sus amigos y su MADRE… así, en grandote, para hacer presión. Eso sí… son educados. Cuando les resuelves algo y vuelves a tu despacho, tienes un mail CCATC dándote las gracias (y otro de su madre)… A veces dan palmadas con los pies cuando se emocionan…

- Las Zanksinadvans: Los más inteligentes de todos. La cima. El Oficina-Sapiens. Éstos acaban todos los mails con un “Thanks In Advance” , agradeciéndote un trabajo que todavía no has realizado. Sus frases suelen ser largas y adornadas de una prosa tramposa. Caso real. Extracto final del mail de Zanksinadvans Antonio: “Gracias por saber valorar en sus justa medida la urgencia en priorizar este asunto sobre cualquier otro. TIA”. Ese TIA es, de nuevo, Zanksinadvans en siglas, no es Mortadela y Filemón. Esta utilización particular de las siglas les hace muy característicos para su estudio. Dentro de los Zanksinadvans se enguantan los ASAP (Asunasposibol), los FYI (forllorinformeision) y los FIFO (firsinfirsout). NO están en extinción, lo cual no deja de ser una pena…

Lo que sí tienen todos ellos en común es un gran respeto por la deidad superior. Esta deidad pertenece al culto o religión de los Informáticos, y se le conoce habitualmente como “San Reinicio”. Para atender a Zotes, Enteraíllos, Quejicas, CCATCs y Zanksinadvanses, nos encomendamos siempre a San Reinicio, que soluciona cualquier estropicio, y casi siempre acude en nuestra ayuda.

Este hecho nos ha perjudicado bastante a ojos del universo, porque debemos ser la única religión en el mundo entero en la que las encomiendas no fallan. Tan a menudo nos salva que le hemos puesto un nombre menos formal. Lo denominamos “Botonazo”. Así, cuando alguien te llama para que le soluciones un problema, lo primero que hay que decir al usuario es “Botonazo”. Ellos se sienten reconfortados. Si tras el botonazo aquello no funciona… entonces, amigo, prepárate para mudarte de planeta...

jueves, 8 de mayo de 2008

Regalo envenenado

¿Quieres la última palabra? Para ti, te la regalo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Mandamientos para quien ama a una mujer


Crearás para la mujer un cauce donde habite el río navegable de tu caricia.

Admirarás su cuerpo como una civilización perdida.

Jugarás al escondite con su boca perfecta.

Encontrarás los placeres del imperio de su sombra.

Mancharás su cuerpo de temblores.

Desatarás tu lengua de viento tramontana para que remonte sus malezas.

Crearás una mitología al olor de su pelo.

Recibirás sus besos como una forma de entender el olvido.

Aprenderás a deshacerle las trenzas de su rabia.

Y la amarás, sobre todas las cosas, por lo dulce de sus rodillas.

lunes, 5 de mayo de 2008

Gente molesta

Me tropiezo de vez en cuando con gente molesta.

No pretenden serlo, pero lo son hasta extremos que me hacen contemplar la posibilidad de abandonar mi eterna sonrisa de postal y mandarles a la mierda. Sin embargo mi vergüenza me lo impide todas las veces.

El último caso es mi portero, uno de los cuatro que tengo en turnos de seis horas.

Todo empezó cuando me sonreía más de lo que suele ser usual en mis otros tres porteros, esto es: nada.
Un día se arrancó aprovechando que había unos cuantos vecinos presentes en el portal y me dijo "Adios guapísima".
Yo me quedé lo suficiéntemente incómoda, pero nada que me hiciese poner de un rojo bermellón como suelo.

Al día siguiente le vi amagos de lanzarse por encima del mostrador de portero que le separa de mí mientras gruñía otra de esas frases gloriosas "Moteraaaaaaaa!!!".

Por la tarde volvía yo de la compra y me interceptó: "Contigo quería yo hablar" y yo "glup" y las bolsas colgando de los deditos blancos por culpa de los briks de leche y las naranjas.
Mi "glup" se debe a que ya me conozco y en estas situaciones, educada por una madre encantadora, no puedo dejar de ser encantadora. Gracias mamá.

"Queee...me gustan a mí las motos"
Y yo "Pues qué bien" con mi sonrisa.
"Pues yo igual me compro una moto, podemos ir por ahí de ruta y eso".
Yo: "Ahá".

Al cabo de un rato -él seguía fantaseando y contándome cosas de sus primos, de sus veranos, del pueblo, de gente rara- tuve que interrumpir su perorata armada de valor, porque yo soy muy tímida y estas cosas me violentan mucho.
"Se me descongelan los congelados, perdona, otro día seguimos hablando".

Dos días después empezaba el puente de Mayo. Me volvió a interceptar y me dijo en plan exigente que a ver cuándo quedábamos. Le dije que me era imposible en todo el fin de semana, que estaba ocupadísima. Se me puso con ese tonillo "Pero a ver, para un fin de semana que libro..."
Me disculpé horrores porque no sé disculparme sin sentirme muy culpable.

Lo peor no es sólo que le vaya a seguir viendo casi cada día, lo peor es que esta gente molesta que te avasalla en tu rutina hogareña, de compra, de deditos blancos, te violenta cuando deberían ser ellos los que se sintiesen incómodos robando el tiempo de una inocente y aprovechando sus debilidades para conseguir lo que quieren.

Tengo que empezar a tener más caracter.

sábado, 3 de mayo de 2008

La nieve, un ejercicio de ironía


Desde hace ya bastante tiempo, esta sociedad nuestra tira más hacia procurarnos generalidades que a practicar particularidades. El hecho de que algo lo haga la mayoría, le otorga un valor excepcional. Lo raro, lo extraño, lo distinto, o se repudia o se convierte en objeto de consumo freaky, que es una forma de masificación.


Te levantas por la mañana en una casa 5% tuya, 95% de tu banco, con el que te unen lazos más fuertes (150.000€) y más duraderos (30 años) que la mayor parte de las relaciones amorosas. Te levantas, digo, a unas prudentes 07:00 A.M. (las siglas son esenciales hoy día), con el termostato de la casa puesto a 23 grados centígrados. Bajas a tu garaje, te subes en tus 6 años de letras de coche, pones el climatizador bizona a 22 grados (el de la zona de ella a 24, hay que ver qué friolera) y pones rumbo a tu a dos horas de atasco de oficina. Aparcas, subes hasta tu mesa, confortablemente acondicionada como el resto de la oficina a 23 grados centígrados, vegetas, trabajas, trabajas, vegetas, trajetas, vebajas


Comes con tus compañeros de trabajo en un restaurante franquicia de alguna cadena americana en un centro de ocio de las afueras con muchos más cines de los abarcables donde dan películas con menos guión que cualquiera porno. En el restaurante, a 25 grados, degustas la especialidad de la casa: charla repleta de lugares comunes y resultados futboleros (y F1, claro) de todo el fin de semana.


Trabajas más, coche (a 22), garaje (a 21), casa (a 23), gastar el tiempo hasta las 22:00, unos minutos de caspa televisiva, cena de microondas, serie americana poco creíble o española creyéndoselo menos. A la cama, leyendo dos páginas de cualquier libro regalado en una fecha señalada… (¡qué gran regalo es el libro, que hace sentirse intelectual al regalador y al regalado!).


Durante el fin de semana practicas algunos hobbies que te hacen mirarte con un puntito de orgullo (“yo escribo”, dices con un deje de modestia y rojura en la cara a tus compañeros de trabajo). Y así se va transcurriendo este engañabobos al que llamamos vida sin saber siquiera el tiempo que hace fuera de nuestra burbuja.


Y, claro, las casas, las oficinas, las carreteras, están preparadas para este tipo de vida. La vida “standard”. Sin rarezas. En cuanto la naturaleza se dedica a hacer su trabajo, tienes alertas rojas en decenas de comunidades, records de consumo de calefacción, gente envuelta en trapos como esquimales de diseño.


Y es ese momento precisamente el que adoro. Cuando las inclemencias del tiempo hacen irónicas todas nuestras esforzadas rutinas, agarro mi cámara y salgo a fotografiar esa señal de “No hagan fuego” en mitad de un campo con 40cm de nieve…




...aquella limitación de velocidad en un lugar donde ni con esquís irías más rápido...


...o, mi favorita, la que encabeza este post, esa señal de zona apta para minusválidos, en un lugar absolutamente intransitable, pero con la huella de una silla de ruedas...

Y es que sin ironía este mundo sería como una noche viendo "Escenas de Matrimonio" y sintiendo una obvia simpatía hacia aquellos que apalizaron a Jose Luis Moreno…